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lunes, 5 de agosto de 2013

Man Ray - Emak Bakia (1926)


Emak Bakia . Man Ray . 1926 from rbtal on Vimeo.

La casa Emak Bakia.
Una película vanguardista de Man Ray llamada Emak Bakia, en vasco “Déjame en paz”, desata la historia de una búsqueda. La casa donde se rodó en 1926 cerca de Biarritz tuvo ese peculiar nombre y Oskar Alegria decide emprender un camino a pie hacia su localización. De aquella mansión, Man Ray solo dio a conocer tres planos: la imagen de su puerta principal, dos columnas de una ventana y un trozo de costa cercana. La búsqueda a través de esas imágenes antiguas no será fácil. El nombre no figura en los archivos y nadie recuerda hoy la casa. Por eso se pedirá ayuda y colaboración a otros informantes como el azar y el viento.

Info: http://emakbakiafilms.com/
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"Emak Bakia", que en euskera significa "déjame en paz". No es un "déjame en paz" amable ni un "déjame en paz por favor", sino un "déjame en paz" abrupto, cortante y seco para dejar claro al interlocutor que lo que uno quiere, sin más, es que le dejen en paz.

Así, con este Emak Bakia elocuente, tituló el legendario Man Ray una película experimental, a caballo entre el surrealismo y el Dadá, que filmó en Biarritz, al sur de Francia. Lo hizo en honor al palacete en donde se rodó, que se llamaba precisamente así y que está, o al menos estaba, en esta misma localidad. Lo sabemos porque un diplomático estadounidense la alquiló al efecto en 1926, cuando financió la película de Ray con 10.000 dólares, pero no porque hoy se erija en Biarritz edificio alguno con tal denominación. Hay una película que se llama así, un grupo de artistas que se llama así y hasta una empresa florentina que se llama así, pero de la casa no queda ni el rastro. Literalmente, porque en realidad sabemos que estuvo, pero no dónde estuvo exactamente

Más Info: http://www.elconfidencial.com/cultura/2013/04/13/oskar-alegria-busca-a-man-ray-en-la-casa-emak-bakia-118600

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Man Ray - Le Retour A La Raison (1923)



Le Retour A La Raison - Man Ray -1923 - Matteo Bendinelli Sound Editing from Matteo Bendinelli on Vimeo.

Un experimento sobre las posibilidades no narrativas del medio cinematográfico que pone el énfasis en los modos de representar la luz, las formas y el movimiento

Le Retour à la raison es una composición de secuencias de texturas, rayogramas (impresiones sobre celuloide obtenidas interponiendo objetos entre este y la fuente de luz) y el torso de Kiki de Montparnasse (Alice Prin), iluminado con luces a rayas. En esta obra Man Ray adopta su técnica del rayograma a imágenes en movimiento y manipula el celuloide, a veces sazonándolo con sal y pimienta, o perforándolo antes de revelarlo.

Info: http://horadelsur.wordpress.com/2009/05/17/man-ray-le-retour-a-la-raison-1923/
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Más info en: http://www.blogsandocs.com/?p=2731

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El 6 de junio de 1929 Man Ray estrena la que sería su última película Les mystères du Château du Dé (1929) en el estudio de las Ursulinas en París. Aspiraba a convertirse en el cineasta surrealista y buscó un corto de algún cineasta debutante para que abriera la sesión. Pero su película fue poco menos que ignorada, el corto era Un chien andalou de Luis Buñuel y Salvador Dalí. El escandaloso éxito de esta película de Buñuel y de la siguiente, L’âge d’or (1930), lo situó como el cineasta surrealista por antonomasia y condujo a Man Ray al abandono de sus aspiraciones cinematográficas.
Man Ray había llegado a París desde los Estados Unidos ocho años antes con la esperanza, finalmente frustrada, de convertirse en pintor. Su labor acabó consistiendo en ilustrar fotográficamente los artículos de las publicaciones surrealistas como Littérature o La Révolution surréaliste. Tras realizar una película dadaísta, Le retour à la raison (1923), y una a medio camino entre dadá y el surrealismo, Emak-Bakia (1926), Man Ray se planteaba convertirse en el cineasta surrealista; de este modo podría integrarse en el grupo de una forma más estrecha y trascender su función de auxiliar fotógrafo para sus publicaciones.
El surrealismo en su primera etapa era un movimiento casi exclusivamente literario, más adelante con la llegada de Buñuel y Dalí adquiriría importancia el trabajo sobre la imagen. Esto se refleja en que todas las películas previas a Buñuel que quisieron enmarcarse en el surrealismo, tanto el filme de Germaine Dulac, La coquille et le clergyman  (1926) como los dos intentos surrealistas de Man Ray (L’etoile de mer y Les mystères du Château du Dé) se basaron en trabajos literarios surrealistas para certificar su pertenencia: Artaud, Desnos, Mallarmé.
La primera de las películas de Man Ray, la dadaísta Le retour à la raison (1923) dura apenas tres minutos, según él, fue elaborada en pocas horas y siguiendo la técnica del automatismo, pero aún así condensa múltiples subversiones que hacen del cineasta una referencia obligada en el cine de vanguardia. La película esconde toda una reflexión sobre la materialidad de la imagen y sobre el movimiento fílmico, además de presentar una interesante crítica antiperspectivista. Otro de sus elementos destacables es la radical anulación del tiempo y el espacio tradicionales.
 “Me procuré un rollo de película de una treintena de metros, me instalé en mi cuarto oscuro donde corté la película en pequeñas bandas que sujeté con alfileres sobre mi mesa de trabajo. Salpimenté algunas bandas (…) sobre otras puse alfileres al azar. Los expuse a la luz blanca unos segundos, como lo solía hacer para las rayografías inanimadas (…). Al día siguiente examiné mi trabajo (…) las imágenes no estaban separadas como en un filme convencional ¿que sucedería en la pantalla? (…). Añadí al final algunas imágenes que había filmado con la cámara. La proyección no duraría más que tres minutos. Pasara lo que pasara, pensé, se habrá acabado antes de que los asistentes tengan tiempo de reaccionar” (1).
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El 6 de junio de 1929 Man Ray estrena la que sería su última película Les mystères du Château du Dé (1929) en el estudio de las Ursulinas en París. Aspiraba a convertirse en el cineasta surrealista y buscó un corto de algún cineasta debutante para que abriera la sesión. Pero su película fue poco menos que ignorada, el corto era Un chien andalou de Luis Buñuel y Salvador Dalí. El escandaloso éxito de esta película de Buñuel y de la siguiente, L’âge d’or (1930), lo situó como el cineasta surrealista por antonomasia y condujo a Man Ray al abandono de sus aspiraciones cinematográficas.
Man Ray había llegado a París desde los Estados Unidos ocho años antes con la esperanza, finalmente frustrada, de convertirse en pintor. Su labor acabó consistiendo en ilustrar fotográficamente los artículos de las publicaciones surrealistas como Littérature o La Révolution surréaliste. Tras realizar una película dadaísta, Le retour à la raison (1923), y una a medio camino entre dadá y el surrealismo, Emak-Bakia (1926), Man Ray se planteaba convertirse en el cineasta surrealista; de este modo podría integrarse en el grupo de una forma más estrecha y trascender su función de auxiliar fotógrafo para sus publicaciones.
El surrealismo en su primera etapa era un movimiento casi exclusivamente literario, más adelante con la llegada de Buñuel y Dalí adquiriría importancia el trabajo sobre la imagen. Esto se refleja en que todas las películas previas a Buñuel que quisieron enmarcarse en el surrealismo, tanto el filme de Germaine Dulac, La coquille et le clergyman  (1926) como los dos intentos surrealistas de Man Ray (L’etoile de mer y Les mystères du Château du Dé) se basaron en trabajos literarios surrealistas para certificar su pertenencia: Artaud, Desnos, Mallarmé.
La primera de las películas de Man Ray, la dadaísta Le retour à la raison (1923) dura apenas tres minutos, según él, fue elaborada en pocas horas y siguiendo la técnica del automatismo, pero aún así condensa múltiples subversiones que hacen del cineasta una referencia obligada en el cine de vanguardia. La película esconde toda una reflexión sobre la materialidad de la imagen y sobre el movimiento fílmico, además de presentar una interesante crítica antiperspectivista. Otro de sus elementos destacables es la radical anulación del tiempo y el espacio tradicionales.
 “Me procuré un rollo de película de una treintena de metros, me instalé en mi cuarto oscuro donde corté la película en pequeñas bandas que sujeté con alfileres sobre mi mesa de trabajo. Salpimenté algunas bandas (…) sobre otras puse alfileres al azar. Los expuse a la luz blanca unos segundos, como lo solía hacer para las rayografías inanimadas (…). Al día siguiente examiné mi trabajo (…) las imágenes no estaban separadas como en un filme convencional ¿que sucedería en la pantalla? (…). Añadí al final algunas imágenes que había filmado con la cámara. La proyección no duraría más que tres minutos. Pasara lo que pasara, pensé, se habrá acabado antes de que los asistentes tengan tiempo de reaccionar” (1).
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