Joan Brossa i Cuervo, poeta español en lengua catalana para el que no existían distinciones de género (literario, escénico, visual, objetual...), nació en Barcelona el 19 de enero de 1919 y murió en la misma ciudad el 30 de diciembre de 1998.
Con sólo 18 años fue llamado a participar en la Guerra Civil Española,
en el bando republicano, en la que resultó herido. Fue en plena
contienda cuando se inició en la escritura. Después de la guerra, y por
haber estado en el bando perdedor, se vio obligado a prestar el servicio
militar en Salamanca.
De regreso a Cataluña a finales de 1941, conoce al poeta Josep Vicenç Foix,
máximo exponente del surrealismo literario catalán del período anterior
a la Guerra Civil, quien se convierte en otra influencia importante y a
través del cual entra en contacto con los integrantes del grupo ADLAN,
con el pintor Joan Miró y el dinamizador artístico Joan Prats. Con ellos explora las diversas vanguardias europeas, entre otras el surrealismo, el futurismo y el dadaísmo.
El interés en la psicología y la obra de Freud le sugieren la creación de imágenes hipnagógicas y le acercan al automatismo psíquico y al llamado neosurrealismo.
Mallarmé, para Brossa un ejemplo de rigor intelectual y un auténtico precursor del caligrama, antes incluso que el propio Apollinaire, le inspiran la creación de poesía visual.
En 1948 participa en la creación de la revista Dau al Set con los pintores Joan Ponç, Antoni Tàpies, Modest Cuixart y Joan-Josep Tharrats y el filósofo Arnau Puig (a los que un año más tarde se añadió el polígrafo Juan Eduardo Cirlot),
que significa un punto de referencia capital para la vanguardia
artística catalana de la época, en claro contraste con el marasmo
intelectual imperante bajo el primer franquismo.
La relación (1947-1951) con el poeta brasileño João Cabral de Melo Neto,
cuya amistad conservará toda la vida a pesar de que no se volverán a
ver hasta 1993, le devuelve el contacto con la realidad cotidiana y le
incita a conocer el marxismo. La obra de Brossa gana en profundidad
política y asume un compromiso social que nunca abandonará, a la par que
su permanente militancia en el catalanismo político latente o explícito
desde sus primeros trabajos. Cabral de Melo prologa y edita su libro Em va fer Joan Brossa (Me hizo Joan Brossa, 1951) uno de los primeros ejemplos europeos de la llamada "antipoesia".
La lectura de filosofía y religiones orientales, en especial sobre el zen
le reafirman en su vivencia de la importancia de la sencillez de las
cosas y la búsqueda del equilibrio, que se traduce en miles de poemas
libres, directos y sin retórica alguna. No desdeña, sin embargo, la
perfección formal, para lo cual los simultanea con el soneto (como su referente Mallarmé), la oda en estrofa sáfica y singularmente en la sextina, dificilísima composición poliestrófica de origen medieval.
La aparición en 1970 de su volumen Poesia rasa, recopilación
de diecisiete libros de poesia que habían tenido una ínfima difusión en
su momento o que se hallaban aún inéditos, supuso un fuerte revulsivo
para el panorama literario catalán, todavía sujeto a censura y a
obstáculos por motivos idiomáticos. Tras la aparición de otros volúmenes
recopilatorios de obras anteriores (Poemes de seny i cabell, 1977, ocho libros; Rua de llibres, 1980, siete libros, y Ball de sang, 1982, ocho libros), Brossa ya no dejará de publicar con regularidad hasta su muerte, dejando con todo algunos materiales inéditos.
La literatura de Brossa, de dimensiones enormes y que en parte aun no ha visto la luz, fue redactada exclusivamente en lengua catalana.
En total públicó unos ochenta poemarios. Ha sido objeto de traducciones
al español, al francés, al inglés, al alemán, al italiano, al
portugués, al sueco, al neerlandés, al húngaro, al serbo-croata, al
polaco, al checo, al japonés, al euskera, al ruso, al macedonio y al
esperanto. Gracias a la inmediatez de su poesía visual, objetual y
corpórea ha llegado a ser universalmente conocido, aun a riesgo de que
el género más cultivado por el poeta, el literario en general, siga
siendo casi desconocido incluso en ambientes internacionales que valoran
a Brossa como artista plástico de referencia.
La obra de Brossa, sea cual sea el género que pratique, está
impregnada de visualidad y de carácter plástico -casi fotográfico- hacia
la realidad cotidiana del lector/contemplador/espectador, al que se
exige una implicación en el proceso comunicativo que el poeta propone
entre ambos. En este sentido, el artista no actúa sino como detonante
del potencial de cada uno. Para motivarlo, las armas de Brossa son la
sorpresa, la sátira, la ironía e incluso la irreverencia. En su opinión,
de la forma se derivará el contenido, y en consecuencia su obra se vale
a menudo del juego de palabras, incluso del juego de letras, capaz de
impactar en destinatario desde el primer momento. Naturalmente eso no
comporta trivialidad sino todo lo contrario: el mensaje político, social
y patriótico catalán se emite de forma contundente e inmediata.
Joan Brossa fue galardonado con los premios Crítica de Serra d'Or (en cinco ocasiones: 1971, 1974 -en dos categorías-, 1978 y 1996), Lletra d'Or (1981), Ciutat de Barcelona (1987), Medalla Picasso de la Unesco (1988), Nacional de Artes Plásticas (1992), Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1995) y Nacional de Teatro de la Generalitat de Catalunya
(1998). Era miembro de honor de l'Associació d'Escriptors en Llengua
Catalana. En 1999 y a título póstumo (falleció veinte días antes de su
octogésimo aniversario, fecha programada para la ceremonia) fue
investido doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Barcelona.
En enero de 2012 la fundación que lleva su nombre depositó en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona su monumental legado -más de 64.000 ítems-1 para la custodia y digitalización del mismo.2
El concepto del arte como visualidad, como espectáculo, está presente
en la totalidad de su obra. Con antecedentes familiares en el mundo del
teatro, desde muy pequeño manifestó su interés por este género y por su
componente de magia y sorpresa. Brossa, en su juventud, llegó incluso a
realizar ejercicios de prestidigitación. La pasión de Brossa hacia la música romántica y en especial por la obra de arte total de Richard Wagner, así como su afición a les técnicas de la transformación y el escapismo de Leopoldo Fregoli,
no hacen sino corroborar su interés por la dramaturgia: es en el teatro
donde Brossa encuentra la cuarta dimensión del poema. Lo mismo sucede
con el cine, género del que era literalmente un fanático y para el que
escribió diversos guiones.
Con la llegada de los sesenta, Brossa estrena la obra “Or i sal” (teatro literario, con escenografía de Antoni Tàpies) y algunas acciones-espectáculo que pueden ser consideradas precedentes claros del happening o de la performance.
Los primeros textos de este género, aunque no presentados hasta mucho
después, ya fueron escritos en los años cuarenta, es decir, más de una
década antes de la aparición de las obras de John Cage, del grupo Fluxus o de Tadeusz Kantor.
Su obra teatral es tan extensa (unas 350 piezas, editadas en seis
volúmenes más algunas inéditas, todo ello en curso de reedición) como
poco conocida. Está centrada en el teatro del absurdo,
los diálogos aparentemente irrelevantes y las situaciones grotescas.
Aun cuantitativamente menor en el conjunto de la obra de Brossa para la
escena, resulta tan infrecuente como interesante su incursión en el
terreno parateatral: destacan sus "strip-teases", su "teatro irregular",
sus "acciones-espectáculo", sus "monólogos de transformación" al estilo
de su admirado Frègoli, su teatro para títeres o los espectáculos de ilusionismo y fantasía escritos para Hausson y Pep Bou. También merecen especial atención sus libretos de ópera escritos para sus amigos los músicos Josep Maria Mestres Quadreny y Carles Santos, así como los guiones cinematográficos realizados por Pere Portabella, Frederic Amat, Manuel Cussó o Digna Sinke.
Su poesía visual y sus carteles constituyen la parte de su obra más
conocida, hasta el punto que en este terreno Brossa llega a ser un
referente mundial. Reconocida o no su paternidad remota, constantemente
aparecen en todo el mundo obras plásticas que "brossean".
Las primeras incursiones de Brossa en la plástica, con una técnica cercana al caligrama,
datan de 1941, cuando ni siquiera el término "poesia visual" había sido
acuñado. Pronto empezó a incluir los poemas visuales en sus libros de
poesia literaria, como si solo se tratara de una especulación sobre
géneros, para acabar componiendo más de mil quinientos (la mayoría
inéditos) agrupados y pautados para que tomaran la forma de libros
singulares. Algunos de estos poemas, descontextualizados de sus
respectivos libros, acabarían editándose el serigrafía y actualmente ya
cuelgan en numerosas colecciones privadas, galerías y museos del mundo
entero.
Desde 1943 empieza a trabajar con los poemas objeto que empiezan a
exponerse públicamente a partir de 1956, frecuentemente en colaboración
con pintores como Miró, Tàpies o Ponç.
Es a partir de 1960 que su obra plástica alcanza su plenitud, tanto en
número como en profundidad. En este año realiza el poema visual Cerilla y en 1965 el libro de artista Novel·la (éste en colaboración con Antoni Tàpies), considerados auténticas obras maestras del arte conceptual universal.
Retomó tardíamente el poema objeto, en la senda de Marcel Duchamp
aunque superándolo en cuanto a proyección externa y compromiso social.
Para Brossa se trata de descubrir la magia en el objeto más vulgar,
siguiendo la línea del arte pobre, pero nunca gratuitamente, sino con un
claro mensaje detrás de cada producción. A partir de los 70 manipula
los objetos para profundizar en su sentido o bien para representar el
concepto desnudo. Objetos y poemas son muy cotidianos. Su interés radica
frecuentemente en el contraste entre el título y el objeto insólito que
nos presenta.
El objeto brossiano evoluciona hacia la instalación, a menudo de gran
formato, y a menudo también efímera. Destaca en este sentido la
intervención en todos los espacios expositivos del Palacio de la Virreina de Barcelona en 1994, en los que creó, partiendo del continente, un contenido variado y de fuerte impacto quasiteatral.
Con el tiempo la obra plástica de Brossa alcanza su dimensión cívica:
sus poemas visuales corpóreos se instalan en espacios públicos como
poemas transitables que se integran en la realidad cotidiana de Barcelona. Más tarde estos poemas corpóreos llegarán a muchos puntos de Cataluña y también a Baleares, a Andorra, a Alemania y a Cuba.
INFO: http://es.wikipedia.org/wiki/Joan_Brossa
WEBSITE: http://www.fundaciojoanbrossa.cat/
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